De acuerdo a la tradición Kabbalística existen dos energías creadores en el
universo; La luz y La Vasija.
La energía de la luz existe desde siempre, es la fuerza innegable de toda la
vida y su deseo es expandirse, irradiarse y compartir su esencia infinitamente.
Para que la luz pudiera resplandecer, necesitó crear una vasija donde su luz
pudiera brillar con mayor intensidad; y, que el proceso de dar y recibir fluyera
La vasija es la energía receptora, es el espacio donde la luz puede verse.
En el espacio infinito la luz también era oscuridad, pero la vasija intensifica el des-
tello de la luz.
La vasija es el espacio donde la luz puede crear. La vasija simboliza el útero,
el espacio vacío donde se fecundan los hijos, los proyecto, los sueños. Pero si está cargado de información, de toxinas y de creencias, es muy difícil manifestar y materializar nuevos propósitos.
Realizar esta depuración profunda en la liberación no solo de toxinas, sino
que también de emociones guardadas, produce alivio corporal, recuperando
la energía que antes se utilizaba para mantener esa emoción silenciada.
El contacto grupal contribuye a sostenernos unas a otras durante este proceso, para que sea una vivencia de verdadero autoconocimiento. El grupo de mujeres que transita este camino fortalece el autoestima, estimula el deseo de querer llegar hasta el final.